sábado, 11 de febrero de 2012

ZURCIDOR DE ILUSIONES (O HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE)



Día a día vemos en las noticias nacionales e internacionales cifras que crecen más que el rating sobre casos de violencia intrafamiliar; cientos, miles de mujeres son golpeadas y otras tantas muertas a manos de sus parejas que un día juraron amarlas hasta el fin de sus días.
Subes al autobús camino al trabajo en horario peak, es imposible conseguir un asiento; todos van con cara de sueño intentando llegar a tiempo a su destino.
 ¿Cuántas mujeres de ese autobús pasaron la noche en vela por los golpes o insultos de su pareja? Es una respuesta que jamás tendremos porque para ello se inventó el maquillaje, ese que apurada nos colocamos en cada lugar que podemos para estar bien presentadas.
Como si fuera poco existen cremas que borran los hematomas y cataplasmas que se hacen con hojas de una flor silvestre. Puedes encontrar mil y un consejos para borrar las marcas, pero solo las superficiales.
Llegas a la oficina subes el ascensor y al igual que el autobús está repleto, dime ¿sabes si alguna de esas mujeres acaba de recibir una puñalada en su autoestima?, ¿un golpe de esos que no dejan huella física pero que desgarran el alma?
Camina, mira a tu alrededor y dime ¿cuántas historias conoces de cerca sobre mujeres que sufren este flagelo?, ¿pones real atención en lo que pasa en tu entorno? Las cifras son cada vez más alarmantes.
Quién detiene a ese zurcidor de ilusiones que cada vez que llegas a casa 10 minutos tarde te dice puta, o si lo contradices te responde con un empujón contra la pared, que te toma por el cuello hasta casi no poder respirar y te jura que nadie más que él te va a querer por lo poco que vales, para que de pronto como si nada comience a acariciarte y pedirte perdón, llorando mares de amor por ti.
Tu corazón una vez más está roto y él cual experto zurcidor comienza a intentar repararlo en el menor tiempo posible, es el hombre perfecto, cariñoso, atento, preocupado de todo por ti y a penas ve una sonrisa en tu cara y un atisbo de confianza vuelve al ataque; porque él necesita que bajes la guardia, pero jamás que te sientas segura como para tomar alguna decisión al respecto.
Lo que más me preocupa hoy es que este comportamiento enfermizo ha pasado de parejas consolidadas, adultas a jóvenes que se están iniciando en la aventura amorosa. Las estadísticas suben y las edades de los afectados bajan.
¡Eso, eso sí que me violenta!





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