El suicidio en un tema que ha estado
en debate durante años en la mesa de muchas casas.
Se debate en las distintas
religiones sobre si Dios, Jehová, Alá o el nombre que lleve nuestra Deidad
comparte o castiga la idea del suicidio, pero te has preguntado ¿cuánto valor
se necesita para tomar una decisión así? o ¿cuánta cobardía nos embarga y enceguece
para dar tal paso?
¿Es más valiente el que se suicida
por no ver salida a sus problemas económicos y cómo poder sustentar a su
familia, que el que lo hace por una pena de amor? o ¿por el tan nombrado
bullying de los últimos tiempos?
¿Quién puede hacer juicios de
valor y lanzar la primera piedra en este tema?
Aborrecemos a los cobardes,
evadimos a los negativos, criticamos a los depresivos, pero ¿quién no ha tenido
una pena que le ha desgarrado el corazón?, ¿quién puede decir que jamás supo lo
que era sufrir?
La pérdida de un ser amado, el
abandono, un amor imposible, la soledad, el desamor, la imposibilidad de tener
un hijo, son tantas las razones que nos pueden rasgar el corazón.
Si consideras que nunca has tenido esta sensación piensa en esto: algo oprime fuertemente tu pecho, te cuesta respirar, todo da vueltas, te falta el aire, tu corazón se agita sin motivo y de pronto ahí en ese lugar donde está este músculo cruel ícono gráfico de nuestras emociones sientes que hay un gran vacío, como si algo o alguien lo hubiese arrancado de cuajo; lo irónico es que sigue allí.
Algo como esto sienten los
suicidas antes de tomar su fatídica decisión, ven todo negro, no hay salida
alguna a su pesar. El Bloqueo es absoluto.
Cómo podemos juzgar su decisión si
en ellos no existe capacidad alguna de pensar y solo quieren dejar de existir
para dejar de sentir.
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